Cuenta la leyenda que en un lejano pueblo vivía una mujer con sus hijos, todo iba muy bien, los niños eran muy felices y la madre también, hasta que una noche lluviosa: llegó a casa el padre quien los había abandonado. Esa noche sus gritos y borracheras se volvieron a notar en la casa, además de las brutales palizas que tanto los niños y la madre sufrían.
Con su odio, el hombre botó de un puñete la puerta y entró gritando que todos fueran a recibirlo, los niños, espantados, se escondieron y la madre por amor a sus hijos se enfrentó cara a cara con su marido. La mujer recibió un golpe que la dejó sin sentido.
Cuando despertó, buscó a sus hijos por todos los rincones de la casa pero ni los niños ni su marido se hallaban por ninguna parte, desesperada, corrió bajo la tormenta llorando y gritando nombrando sus nombres, pasaron días, meses, años, muchos años.
hasta que una noche murió de tristeza, nadie supo nadie de los niños nadie los vio nunca más. Desde entonces se dice que su espíritu no descansa en paz y todas las noches se le oye llorar y lamentar con tristeza por los alrededores de un estero
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